Quizá parezca extraño,
pero me excito con las oraciones…
me masturbo con palabras soeces
y sufro de orgasmos múltiples
cuando junto letras inconexas
y formó sílabas
palabras
oraciones
conceptos
¡¡poemas!!
Medito ocioso mientras leo
mi castellano arcaico
mezclado aleatoriamente
con pensamientos morbosos.
Ideas de sexo y muerte
que se alean salvajes
en una cadencia demencial,
en frases poco armónicas,
en golpes azulados y mordidas sanguinolentas.
Mutilaciones y viceras de frases NONSENSE.
Sílabas preparadas para morir
en un charco de palabras coaguladas.
Entonces explotó en un orgasmo rabioso
aullando miles de onomatopeyas,
asesinando el léxico,
destrozando ingenuas víctimas monosilábicas
que desconocen su cruel destino.
Es irónico
pero mientras más palabras asesino,
mi ocio sexual
hace nacer una nueva e infinita
vertiente de oraciones.
Destrozo feliz el lenguaje,
por el simple placer de verlo renacer
en una erupción de sesos corroidos
por el sexo ocioso de un mal poeta.
Es que las palabras que se van
no vuelven.
Mueren para siempre
en un mal poema
que juro y rejuro:
“nunca más volveré a escribir”,
sabiendo que soy un sicópata sin redención,
que volveré a delinquir
que no podré resistir la tentación
de continuar asesinando,
sólo para observar deprimido
las viceras de oraciones
que nunca están tan bien como quisiera,
pero que están tan muertas
que vuelven a exitarme,
hasta que por fin
decido masturbarme
hasta tener un orgasmo de sangre y tinta…
en otro cementerio gigante,
en otro pútrido poema.
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