Este 2011, la protesta del 15-O para
exigir un nuevo sistema político y económico, se ha dejado sentir en decenas de
plazas españolas. En Madrid se reunieron más de cincuenta mil personas en la Puerta
del Sol y se mantuvieron ahí hasta altas horas de la noche.
Don Manuel, con sus sesenta y siete años a cuestas, sale de
su casa a las cinco treinta de la madrugada, al igual que los últimos veintinueve
años. Y como siempre, llega a su trabajo antes de las siete.
La asamblea general acabó
pasada la una de la madrugada, sin ningún tipo de pompa. La reunión estuvo
plagada de interrupciones y disputas por el turno para hablar, y se sucedieron
unos a otros los amagos por abandonar la plaza para dirigirse a la torre de
comunicaciones de Torrespaña (el pirulí), al Banco de España o al Congreso.
Don Manuel llega a la Puerta del Sol a las ocho exactas, e
inicia su trabajo junto a decenas de compañeros. Comienzan a recoger toda la
basura que dejaron los manifestantes la noche anterior, pero es tanta que muchos
dudan que en un día alcancen a recoger las toneladas de desperdicios.
“Se nos está acabando la
gasolina”, advirtió la moderadora que, a los pocos minutos, se hartó de las
interrupciones y abandonó su puesto. La asamblea continuó poco rato más, hasta que
se terminó el combustible y con él, la electricidad para los micrófonos.
Entonces se pasó a los megáfonos y a las charlas en grupos pequeños, pero
pronto la plaza quedó en silencio.
Don Manuel, con los pies doloridos de tanto trabajar, se sienta
a descansar unos minutos. Total, la basura no se moverá de ahí, así que se
puede dar un merecido receso. Comprende que el movimiento traerá mejoras
laborales y económicas, aunque no entiende por qué. Lo que sí sabe es que sin
importar el resultado de las protestas, será él quien limpie los trapos sucios.
Literalmente.
Cuando don Manuel vuelve a su casa, encuentra a su hijo
durmiendo. No lo despierta, sabe que estuvo toda la noche en la Puerta del Sol,
sabe que está luchando por lo que es justo. Y lo apoya. Antes de acostarse,
prepara la cena para él y su hijo. Mañana tiene que levantarse al alba,
mientras que su hijo saldrá esta noche a luchar por sus derechos. “Pobre de mi
hijo, se sacrifica tanto por el bien de los demás”, piensa… luego se duerme y
sueña con una sociedad mejor, más igualitaria y más justa.
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