Los mitos son cosa curiosa, no importa cuántas veces demuestres que son falsos,
si están fuertemente enraizados en el corazón de las personas, nadie te creerá.
Y este es el caso de lo que estoy por narrarles.
Conozco esta historia desde pequeño,
pues mi madre me la contaba antes de dormir. Y su madre a ella y así por
generaciones. Ahora yo se las relataré a ustedes, pero no con la esperanza de
que me crean. No. Sino para sacármela del pecho, para gritar a los cuatro
vientos la verdad de lo ocurrido aquella tarde.