La Habana. La Terraza. 3 de julio de 1961
Lo conocí de la misma forma que él
me conoció a mí. Por casualidad. Paseaba por La Terraza cuando el viejo y yo
encallamos la embarcación en la arena de la playa. Hola, nos dijo y luego
siguió su camino.
Lo observé alejarse. Hablaba solo,
cabizbajo, llevaba los brazos cruzados en la espalda y cargaba en su mano una
botella de whisky. Se notaba de lejos que era un turista. Seguramente un gringo.