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¡¿Dónde estoy?! – pregunto sorprendido al
hombre de barba blanca.
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¿Dónde crees que estás? – me pregunta él de
inmediato.
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No lo sé. No lo recuerdo.
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Entonces cuéntame lo que recuerdas.
En el año mil novecientos diez [1910],
Hans Roleix Wilsdorf era
reconocido como el mejor relojero en toda Suiza. Los señores principales de los
diferentes cantones lo contactaban con frecuencia para solicitar sus servicios.
Nobles y aristócratas de todo el mundo lo llamaban para comprar sus obras. Su
reputación era tan grande como la belleza y perfección de sus relojes.